lunes, 17 de abril de 2017



Testamento de Florencio

León, 10 abril 2017

 
Queridos amigos, compañeros y hermanos en Don Bosco:

 

Amigos:

Desde abril de 1980, que me elegisteis Presidente Regional en Astudillo os he considerado siempre amigos de nuestra gran familia de Don Bosco.

 

Compañeros:

Os llamo compañeros porque las metas, objetivos, planificaciones y actividades, han tenido y tienen en común, el que seguimos las directrices y proyectos de Don Bosco, de los salesianos y de toda la vida que tienen nuestras Asociaciones. En ese cuerpo que es la Iglesia, la Familia Salesiana y los antiguos alumnos en particular, tenemos que irradiar el carisma de Don Bosco en la iglesia y en la sociedad.

 

Hermanos:

Cada uno de nosotros somos “antiguos alumnos de Don Bosco”. Cuando a Don Bosco le preguntaron cómo quería que le llamaran los jóvenes, contestó: “llamadme, padre”. Nosotros tenemos a Don Bosco como padre y todos nosotros somos hermanos. ¡Qué hermoso es todo esto!

 

Quiero también comunicaros que desde que estoy aquí en León, 6 de febrero de 2017, estoy viviendo y experimentando la unión, la comunión y la fraternidad entre todos los que formamos esta comunidad.

             Cuando la médica, doctora Amor, me preguntó: “¿Cómo es que al final de su vida quiere retirarse a vivir en un “claustro”, como estos salesianos? Yo le contesté que quería hacer como Don Bosco, “quedarme con él”, en su casa. Ella me dijo: “Que no conocía su vida”. A continuación, D. Eusebio le regaló un libro de Don Bosco.

 

  Mis últimos recuerdos:

Vine a buscar paz y encontré sosiego.

Vine a buscar espiritualidad y encontré santidad.

Quise hacerme santo y me siento una sombra al lado de la santidad que se respira aquí.

Vine a buscar a Don Bosco y encontré aquí su santuario.

Quise vivir con María Auxiliadora y hasta el altar de la capilla se ha reformado.

Vine para encontrar algo de santidad y hallé una autopista para llegar más fácilmente al cielo, porque he experimentado que cada salesiano es el camino que Don Bosco nos ha puesto a cada uno.

Aquí me encuentro, en la primera fila, esperando la llamada del Señor junto a María Auxiliadora. Ellos nos han ayudado a todos a “ser buenos cristianos y honrados ciudadanos”.

 

Os tengo a todos en el corazón; y si llego antes que vosotros al cielo le diré vuestros nombres y la de vuestras asociaciones respectivas; os tengo y os llevo en el corazón.

 

Os espero en el paraíso.

 
 Florencio



Carta adiós a Florencio su amigo Paco Celador
 
Adiós a un salesiano de cuerpo entero
Amigo Florencio: Ya lo conseguiste. Cuando siendo un joven aspirante a formar parte de la congregación salesiana, te llamó el Director a su despacho para comunicarte que sería mejor para ti abandonar la congregación a esa edad e iniciar otro camino para hacer realidad tus sueños, se te vino el mundo encima. Lo pasaste tan mal que no querías salir de casa; más que nada, para no tener que dar las explicaciones que alguno, tal vez, no entendería. Era tal tu abatimiento que te costó grandes esfuerzos empezar de nuevo. En esos momentos, tú no sabías que María Auxiliadora y Don Bosco tenían reservada para ti otra maravillosa misión. Para ser salesiano no es imprescindible el uniforme; lo verdaderamente importante está dentro, y eso te lo vio muy pronto Don Bosco. Acabaste tus estudios y encontraste la compañera ideal. Junto a tu querida Tita, quiso Don Bosco que se cruzaran en tu camino otros enamorados de su obra, salidos del colegio de Astudillo, y que, como tú, no se resignaban a vivir en Palencia sin el calor de una casa salesiana y, sobre todo, sin el amparo del manto de María Auxiliadora, y el amor y los consejos de Don Bosco.
Desde ese momento, hace casi sesenta años, comprendiste muy claramente lo que querías, y te lanzaste de lleno. No era, ni mucho menos, tarea fácil. Te propusiste crear en Palencia algo que la congregación salesiana no tiene en ningún lugar del mundo: una casa salesiana en una ciudad en la que nunca existió un colegio salesiano. Desde el primer momento lo tuviste muy claro. Si, para ser Antiguo Alumno de Don Bosco, los estatutos de la congregación ponen como condición haber pasado por una casa salesiana, amar a María Auxiliadora, comulgar con el carisma salesiano y admirar la figura de Don Bosco, ¿por qué no crear esa casa en Palencia y encargar a unos entusiastas Antiguos Alumnos de proclamar, con su ejemplo y su amor a Don Bosco y María Auxiliadora, la alegría de formar parte de la familia salesiana? Llevaste tus inquietudes a las más altas esferas de la congregación, hasta que lo conseguiste. No podía ser de otra manera. Te sobraba entusiasmo, pero, al mismo tiempo, tu disposición para entregarte a los demás, hizo que nunca dijeras “No” a la hora de la responsabilidad. Además de ese “milagro palentino”, te involucraste en compromisos mundiales, nacionales, regionales y locales. Todo eso, Florencio, lo estaba viendo Don Bosco en el despacho del director del aspirantado; y quería que tu trabajo fuera de salesiano laico. Cuando te diste cuenta, nadie pudo pararte. A mitad del camino, Dios quiso probarte con la enfermedad de Tita. Nos consta lo mucho que la echaste de menos porque, en el amor a la obra de Don Bosco, también erais dos almas gemelas. Pero e l dolor por su pérdida, lejos de hundirte, sirvió para que prosiguieras tus anhelos aún con más fuerzas. Hoy puedes sentirte orgulloso de ser responsable del inmenso amor que despiertan en Palencia María Auxiliadora y Don Bosco; de esa hermosa casa salesiana que, bajo el nombre de Centro Don Bosco, se ha convertido en el segundo hogar de ciento cincuenta familias palentinas. Y, como no, de la Peregrinación que cada 1º de Mayo une Palencia y Villamuriel por medio del amor a María Auxiliadora. Sólo María Auxiliadora y tú sabéis lo que has empleado en esfuerzo y ayudas por tu querido Centro. Como fiel seguidor del ejemplo de Don Bosco, pronto aprendiste la fórmula mágica que él empleó, y que quisiste inculcar en tus directos colaboradores: entrega total a la obra y confianza ciega en María Auxiliadora.
De nuevo quiso el Señor someterte a una durísima prueba. Una muy seria enfermedad degenerativa –que tú conociste desde el primer día- ha ido mermando tus fuerzas, que no tus facultades. Viendo cercano tu final, quisiste volver a tus orígenes. Aún te dio tiempo a poner en orden las cosas de aquí abajo –hasta última hora preocupado por los demás-; pero, sobre todo, en palabras tuyas, buscabas una autopista hacia el cielo. Como ves, Florencio, el mismo Don Bosco que en Arévalo separó tu vida de la Congregación, es el que, cuando vio que le necesitabas, quiso que volvieras a ella para siempre. El poco tiempo que has compartido casa con los hermanos salesianos ha sido suficiente para comprobar que, una vez más, Don Bosco acertó contigo. Quería que fueras su embajador en Palencia, y tú lo cumpliste a rajatabla, entregado como siempre a los demás. Muchas gracias, Florencio. Te despediste de todos diciéndonos que nos esperas al lado de María Auxiliadora. Pídela su amparo para todos y hasta siempre, hermano.
                                                                                                              F. López Celador






Carta amigo Florencio de Lourdes y Fredo
  La muerte de un ser querido FLORENCIO es una de las penas más difíciles que embargan a los seres humanos, quienes quedan devastados por la pérdida y tratan de buscar refugio y consuelo con seres queridos.
Florencio está con el PADRE y MARÍA AUXILIADORA Y DON BOSCO.
 Me gustaría poder decir que uno no se acostumbra a ver morir a la gente. Yo nunca lo hice. No quiero. Se rasga un agujero en mí cada vez que alguien que quiero muere, sin importar las circunstancias. Pero yo no quiero que “no importe”. Yo no quiero que sea algo que simplemente pasa. Mis cicatrices son un testimonio del amor y la relación que tenía con Florencio.
Entre sollozos y lamentos, la voz me informaba que mi mejor amigo, mi compañero de jornada, mi hombro camarada, había fallecido
Recuerdo y caminado a pasos lentos hacia mi refugio particular... Las imágenes de Florencio llegaron casi que instantáneamente a mi mente...
No todo el mundo vive el duelo por la muerte de un ser querido de la misma forma. Mientras algunas personas lo superan con el paso del tiempo, para otras resulta imposible y se convierte en una sombra que los acompaña sin salida, gracias al registro de imágenes de la actividad de Florencio en la Familia Salesiana de Palencia. 
Lourdes y Fredo