eucaristía
Todos los sacramentos son celebraciones de la iglesia, de la comunidad de creyentes que acoge y se transforma ante la presencia salvadora de Dios. En este contexto, la eucaristía ocupa un lugar especial, preeminente y peculiar. Esta especificad no es ajena a la configuración simbólica en la que se organiza la eucaristía: una comida; ni al mandato de repetir el memorial. Por eso, aproximaciones a transformaciones mágicas, a explicaciones
complejas y conceptuales, desvían y devalúan la comprensión y la experiencia de mesta singular presencia de Cristo que no se limita a la consagración del pan y del vino, ni compite con otras presencias – tan reales – de Dios en la vida del creyente y de la comunidad. El imaginario colectivo necesita hacer un ejercicio de conversión para superar posturas de corte y caminar hacia el encuentro con quien se hace presente en el sacramento; encuentro este particularmente intenso y transformador, pues llama a la conversión y hace comunidad. Reflexionar sobre la significatividad de los símbolos y de los ritos, también de algunos términos, debe ser una tarea abierta, principalmente aldiálogo con la cultura, que favorezca la transparencia para ver y celebrar a través de ellos la Presencia santa que los sustenta.